“SIN LIMITES”: La Pastilla que Prometía Potencial Ilimitado y los Dilemas Éticos para el Líder Moderno
¿Qué harías si pudieras desbloquear el 80% del potencial que, según estudios, poseemos en nuestro cerebro, aunque ni siquiera las personas más inteligentes de la historia han llegado al 20%?
¿Y si una simple pastilla pudiera otorgarte concentración, inspiración y habilidades físicas mejoradas, convirtiéndote de perdedor en una persona exitosa en tan solo 24 horas?
Esta es la fascinante premisa de la película “Sin Límites”, una historia que, aunque no ha ganado premios ni está en listas de películas para emprendedores, ofrece profundas reflexiones para quienes buscan entender y ejercer un liderazgo efectivo en el complejo mundo actual. A pesar de que algunos podrían considerarla un “mal ejemplo” por su final y ciertas subtramas, su análisis nos permite adentrarnos en cuestiones fundamentales sobre el potencial humano, la ética y el futuro de nuestra sociedad.
La película presenta la historia de un escritor con problemas de inspiración y el síndrome del papel en blanco, cuya vida es un caos tras ser dejado por su novia. Todo cambia cuando, de manera casual, encuentra a un amigo que le ofrece una droga, una pastilla que supuestamente ayuda a desarrollar gran parte del potencial cerebral. Al tomarla, experimenta una transformación radical: se inspira, escribe un gran libro, mejora en deportes y concentración, desarrollando “grandes capacidades”. Sin embargo, esta potenciación es finita, limitada a 24 horas por dosis, y su acceso a las pastillas es limitado. A partir de aquí, la trama se vuelve interesante, aunque presenta situaciones cuestionables, como el regreso de su novia una vez que él se vuelve “una gran persona, una persona importante” gracias al efecto de la droga, abandonando “un poco el mensaje de que es más importante lo que él tiene que lo que él es”. El final, donde el protagonista logra lo que quiere y se convierte en una persona muy importante impulsado por esta droga, lo considero un “mal ejemplo de liderazgo”, ya que sugiere una “forma fácil de lograr los objetivos”
.
Pero la película va más allá de una simple historia de éxito artificial. Uno de sus puntos centrales radica en el concepto de “potencializadores”. La droga no parece discriminar; simplemente “potencializa” la esencia que la persona ya tiene. Si la persona es buena en esencia, como el protagonista, sus cualidades y habilidades se desarrollan con un “fin bueno”. Pero si la persona es un asesino o ladrón, como el antagonista que por accidente prueba la pastilla, esta “potencializa” “la maldad que él hace”, volviéndolo “más malo”. Esto nos introduce en un tema “ético un poco filosófico”: ¿quiénes somos realmente en esencia? ¿Somos producto del contexto y el entorno, o traemos una esencia buena o mala de nacimiento? Desde nuestra perspectiva, “nosotros somos el producto de las decisiones que tomamos independientemente del entorno en el cual nos desarrollamos”. Para ilustrar esta idea, comparte una historia real sobre dos hijos de un asesino y ladrón que crecieron en un mismo entorno, pero uno siguió el camino de su padre y terminó en la cárcel, mientras el otro se convirtió en un buen padre y miembro digno de la sociedad. La respuesta de ambos sobre por qué terminaron así fue la misma: “¿qué otra cosa podría ser si tengo el padre que tengo?”. Esta paradoja, “dos personas un mismo contexto una misma historia y dos futuros diferentes”, nos lleva a reflexionar sobre cómo esta droga potencializadora podría afectar realidades complejas, resaltando que la elección y la esencia preexistente son clave.
La relevancia de “Sin Límites” para el liderazgo trasciende la ficción al hacernos cuestionar “qué tan cerca estamos de estas tecnologías de estos desarrollos”. La industria y la ciencia ya están trabajando arduamente en “aumentar el desempeño del ser humano sus habilidades”. La medicina del siglo XX se enfocaba en “curar a las personas a superar las enfermedades”, lidiando con preocupaciones como “la peste la hambruna y la guerra”. Sin embargo, la medicina del siglo XXI “está apuntando a las personas sanas y mejorarlas”, enfocándose en “mejorar la felicidad, la inmortalidad y el control de las emociones y la divinidad del ser humano”.
Este cambio de enfoque es evidente en el crecimiento de la industria del “tecnohumanismo”, que explora el “genoma humano” y las “conexiones del cerebro para mejorar nuestras potencialidades y habilidades”. No es sorprendente, entonces, ver el surgimiento de medicinas para la felicidad, para mejorar el desempeño sexual (incluso usadas por jóvenes sin necesidad médica, solo para mejorar su desempeño) o para controlar emociones.
Aquí es donde la película “Sin Límites” se convierte en un espejo de potenciales dilemas éticos que un líder debe considerar. Si bien estos avances podrían verse como algo positivo inicialmente, surge la preocupación planteada que estos desarrollos “estén al alcance solamente de una pequeña élite privilegiada creando un desbalance en la humanidad”. Podemos ver un paralelismo en la desigualdad actual con las vacunas, donde algunos países están completamente vacunados mientras otros siguen sufriendo por falta de acceso económico.
Esto nos lleva a una pregunta crucial para el futuro, especialmente para líderes y pensadores: si hoy la diferencia de clases es económica, “¿qué pasa si en un futuro cercano tenemos diferencias entre los humanos por el desempeño de habilidades cognitivas y motoras creándose dos castas o dos élites?”. Esta no es una pregunta trivial; es un “tema para pensar” y un “dilema ético “mayúsculo.
Reflexionemos sobre las preguntas que surgen de este análisis: ¿Qué pensamos sobre la existencia de drogas que potencien las habilidades humanas? ¿Qué opinión nos merece que estos beneficios sean solo para un grupo privilegiado? ¿Qué haríamos si pudiéramos escoger las características de nuestros hijos antes de nacer, asegurando que fueran inteligentes, deportistas, con cualidades increíbles? Y en un contexto organizacional, ¿contrataríamos a alguien si un examen previo nos dijera que en uno o dos años esa persona podría enfermarse gravemente? Estas preguntas, inspiradas por la ficción de “Sin Límites” y la realidad de los avances tecnológicos, son esenciales para analizar y “llegar a ser mejores líderes”. Nos fuerzan a pensar en el potencial, la equidad, la naturaleza humana y las responsabilidades que vienen con el poder de mejorar y seleccionar.
El análisis de situaciones utópicas como la de “Sin Límites” nos permite examinar profundamente temas como “potencializar bien o el mal” y “qué tan cerca estamos de situaciones en las que van a crear un desbalance en la humanidad” debido al acceso a tecnologías que mejoran nuestras cualidades físicas y cognitivas. Estas deliberaciones son clave para nuestro crecimiento como líderes.
Para seguir profundizando en estos y otros fascinantes temas que potencien tu liderazgo y comprensión del mundo, te invitamos a leer más artículos y ver videos en nuestra página www.elprofesorgranadillo.com.